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Memoria de la visita pastoral al pueblo de San Andrés

O semblanza del obispado de Guadalajara en 1679 (13ª parte)

 

 A cargo de la sección de la crónica diocesana

  

A fines del siglo XVII la explotación agrícola se había convertido en el detonante económico para la subsistencia de los pueblos de indios del noroeste de la Nueva Galicia, donde hacía punta el cultivo sistemático de la caña de azúcar.

 

 

Pueblo de San Andrés

El obispo Juan Santiago de León Garabito pudo pero no quiso ver el nacimiento del año de 1679 en la importante cabecera parroquial de Tepic. En prosecución de su visita pastoral, salió de allí el 31 de diciembre de 1678, y luego de un trote de cinco horas, cuando empezaba a declinar el día, pudo apearse de su montura en el ingenio de sacar azúcar de los Padres de la Compañía de Jesús, dispuesto a pernoctar en él.

En ese lugar, le alcanzó el presbítero Juan Sedano, procedente de San Andrés, donde representó a su prelado, y trajo la siguiente información: que el único tempo de la localidad era de adobe y la cubierta de paja, el interior encalado y decente, pero sin puertas. Uno sólo altar y en él un paramento de san Andrés, viejísimo e indecente. Adornaba la mesa del altar un frontal de chamelote encarnado, con fleco de oro, y manteles de ruan. Que al centro del altar, en el tabernáculo, se veneraba una escultura de la Limpia Concepción de poco menos de cincuenta centímetros, vestida de tafetán azul; una escultura de san Andrés, de poco más de ochenta centímetros, un crucifijo pequeño, dos candelabros de azófar. El ajuar, depositado en una antigua caja, era pobre, reduciéndose a dos casullas blancas, una de raso y otra de tela, el cáliz con su patena, un incensario de azófar y otros adminículos de poca monta. Por otra parte, se dio cuenta que no había fundación de hospital en la localidad, y que el vecindario se reducía a no más de veinte indios.

El día primero del año siguiente, inspeccionó el obispo la capilla del ingenio, advocada a santa Catalina. Más tarde, en el mismo lugar, confirmó a cuarenta personas, y después de comer, siguió su marcha.

 



Media vara castellana.

Una vara castellana.

De una tercia

 

 

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