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Desde mi sótano

Primera publicación de la resistencia activa de los católicos (8ª entrega)

 

 

Andrés Barquín y Ruiz

 

El número 9 de este

 asediado y clandestino boletín, fechado el 17 de octubre de 1926, presenta un apretado catecismo acerca del sentido de la resistencia pasiva a las leyes anticlericales del Gobierno callista.

 

 

 

Una aclaración

            De un tiempo atrás han venido circulando en la ciudad distintas hojitas en las que se insulta terriblemente a las autoridades y al mismo señor presidente de la república. Algunas personas por malicia o por tontería han dicho que las hojitas injuriosas a que nos referimos, son redactadas por los católicos, y principalmente, por la Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa. Nada más falso. Ni los verdaderos católicos ni la Liga injurian a nadie. Los fines elevados que persiguen son incompatibles con la injuria, que por su misma naturaleza es baja y despreciable.

 

Puesto que doña Leonor renuncia mi mano…

Como unas veinte veces nos dijeron los periodistas, que de fuentes oficiales sabían, se había solicitado permiso al gobierno americano para que pasen tropas mexicanas por territorio de los Estados Unidos con destino a la campaña del yanqui. Ahora después de un mes de estarlo diciendo todos los días, resulta que también en fuentes oficiales, se les ha dicho a los periodistas, que jamás ha pensado el Gobierno en pedir tal permiso.

Es significativo el asunto. Probablemente Coolidge mandó muy lejos a los peticionarios, y estos con toda la gravedad y seriedad del caso para no dar su brazo a torcer hacen las últimas declaraciones. Puesto que doña Leonor renuncia a mi mano, renuncio a la mano de doña Leonor.

 

¿El pueblo para el gobierno o el gobierno para el pueblo?

La espantosísima manifestación de marras, dejó tan satisfechos al Gobierno y a su incondicional CROM, que todavía está dando sus frutos de regocijo, tranquilidad y fruición inmensa.

Y ¿cómo no? Si con ella se demostró ¡hasta la evidencia! que todo el pueblo mexicano está de acuerdo con el “criterio filosófico” del presidente.

No son más que unas cuantas docenas de fanáticos (textual) los que no participan de tan dulce, recto y honorable “criterio filosófico”.

Lo malo del caso es que esas cuantas docenas, ¿quién lo creyera? se habían refugiado, nada menos que en las oficinas de gobierno, porque para mi cuenta, ya van varias docenas de empleados cesados, por no haber asistido a la espontánea manifestación, y todavía “ahorita mesmo”, se están cesando otras docenitas más.

Si se ha padecido un poco es para que no se quedaran vacías esas oficinas, en un solo día, con grave alteración de los servicios públicos, ¡que si no!...

Nada, que luego se echa de ver, que esas docenas del que habla el señor del “criterio filosófico” se habían colado, sin filosofía ninguna, en las mismitas dependencias del gobierno. ¡Qué barbaridad!

Pero ahora que ya se está condenando a morir por hambre a esas cuantas docenas, verán ustedes que todo conflicto religioso se acaba en un santiamén, porque muerto el perro se acabó la rabia.

Y así quedará demostrado palmariamente, que eran solamente unas cuantas docenas, etcétera.

Por supuesto, que ya no hay epítetos suficientemente denigrantes en el diccionario macarrónico del gobierno para injuriar a esos empleados, porque siendo católicos vivían del presupuesto.

Y para que se entienda bien y sin eufemismos de ninguna especie, por radio y por la prensa, se ha explicado, que, eso de vivir del presupuesto es recibir una limosnita del señor y de los señores que tienen “criterios filosóficos”, y claro está recibir una limosna y no participar del criterio filosófico del que se le da, es un verdadero crimen de ingratitud.

Después de que tanto se desvive el Gobierno por alimentar a sus empleados y no retener nunca las decenas ni sacarles notas para las cuelgas de los señores ministros etcétera, etcétera, etcétera, ¡que nos acomoden sus criterios filosóficos al de los gobernantes! ¡vamos! ¡Eso no tiene nombre!

Supongo que esto será porque el presupuesto es propiedad exclusiva de los del “criterio filosófico” para que los administren únicamente y paguen con él a los empleados necesarios y competentes, francamente no hay ingratitud ni felonía en no participar del criterio filosófico del administrador; las habría tal vez si no participara el favorecido, del “criterio filosófico” de los dueños.

Y aquí es donde me doy una enredada, de la que no me sacan ni mi apellido de Verdad.

Porque por una parte, en los felices tiempos de democracia en que vivimos, es cosa averiguada, que el pueblo es el soberano, y que este pueblo, elige a sus mandatarios, es decir para que lo entiendan todos, eligen a sus criados o administradores, lo cual se ha hecho piadosamente juzgado, en nuestra patria; el pueblo mexicano ha elegido (?) a sus administradores, que son precisamente los del “criterio filosófico”. Y para que administren bien la cosa pública y sus intereses propios (los del pueblo) les dan en forma de contribuciones dinero que es de donde sale el presupuesto para pagar los empleados necesarios a la buena administración. Ese dinero de los contribuyentes, es naturalmente del Soberano y no de los criados que solamente lo deben administrar, y por cuyo trabajo les dan también sus buenos suelditos.

Y así, de deducción en deducción vengo a sacar, que poco importa que los empleados estén de acuerdo o no con el criterio filosófico de los administradores con tal que lo estén con el criterio filosófico del Soberano, y sean competentes, honrados y trabajadores, para que la casa ande bien.

En resumidas cuentas, que parece, digo yo, que los criados se alzan con el dinero del Soberano, lo hacen suyo (lo cual tiene un nombre muy feo) y lo hacen caravana con sombrero ajeno, exigiendo conformidad de criterio, para dar la limosnita con el dinero de otro.

Vamos, que no salga de este enredo, si no me saca alma caritativa, respondiendo con “puro criterio filosófico” a esta preguntita: ¿El pueblo es para el gobierno o el gobierno es para el pueblo?

El Licenciado Verdad.

 

Los puntos sobre las íes

El señor general Álvarez, jefe del Estado Mayor del señor presidente de la república, ha hecho declaraciones sobre, la situación actual. Y como siempre en esas declaraciones el señor general Álvarez se ha mostrado parcial. Acusa a los señores sacerdotes católicos a priori, sin pruebas de ninguna especie, de estar fomentando revoluciones en todo el país. El jefe del Estado Mayor Presidencial falta a la verdad y nosotros protestamos enérgicamente contra sus aseveraciones calumniosas. Los sacerdotes católicos saben cuál es su deber y no se mezclan en torpes intentonas de revuelta.

Los cabecillas de hoy, los levantados en armas de Guanajuato y otros lugares de la República, son los antiguos amigos del señor general, los diputados que fueron arrojados del Palacio del Factor por la aplanadora aliancista.

Cierto es que esos señores diputados han tomado como pretexto para sus aventuras la cuestión religiosa; pero ¿Cómo puede culparse de ellos a los señores sacerdotes, cuando ni siquiera pueden impedir semejante mistificaciones, porque las leyes tiránicas han limitado su acción a lo último?

 

Preguntas y respuestas

¿Qué es el boicot? Es la última arma pacifica de los católicos para la defensa de sus derechos.

¿Por qué dice usted que es la última arma pacifica? Porque ya después de todas sus tentativas no les queda más que o el boicot o la revolución, pero a la revolución no son afectos, y el clero católico siempre les anda predicando la paz.

¿En qué consiste el boicot? En abstenerse de diversiones y de compras de lujo o de cosas que no sean de primera necesidad; en vivir reducida y modestamente como quien está de luto.

¿Qué efectos se pretenden con eso? Causar una situación económica difícil, por lo menos en el país, a fin de que disminuidas las ventas por las que el gobierno percibe buenas cantidades, deje de percibirlas, y hacer así presión sobre él, para que ya no veje a los católicos.

¿Pero no son perjudicados muchos inocentes? Sin duda que sí, y aun muchos católicos, pero es un mayor bien el de la libertad, y por conseguirlo los buenos católicos se someten gustosos al sacrificio.

¿Tiene usted algunos ejemplos que prueben que se hace esto muchas veces? En las huelgas que decretan los líderes obreros para conseguir algo justo del patrón, los obreros aun inocentes y victimas, se somete gustosos a medio sueldo y aun a privación total de sueldo, con tal de reivindicar sus derechos. En las guerras por la patria, se pierde todo, hasta la vida, con tal de defender la bandera y se hace con gusto.

¿Es lícita esta arma del boicot? Absolutamente licita; porque con él no se quebranta la ley alguna, nadie en efecto, ni Dios ni los hombres, me mandan que no deje de concurrir a un cine o un teatro, o que me vista de seda o compre cosas de lujo o inútiles. Por el contrario la moral cristiana me prohíbe muchas veces las diversiones por deshonestas y el lujo y comodidades por superfluas.

¿Por qué en el boicot no se pide que se deje de pagar el alquiler de una casa, a las deudas? Porque eso sería un delito. El tener el dinero ajeno sin la voluntad de su dueño, es un hurto y el hurto es pecado.

¿Tiene el boicot algún otro carácter moral apreciable? Uno y muy grande. El de la mortificación, penitencia tan recomendada por Jesucristo y aun por moralistas no cristianos. Privarnos de diversiones y de otras cosas agradables es mortificarnos, y si esto se hace en unión con los sufrimientos y méritos de Jesucristo, es cosa muy meritoria ante Dios.

¿Cómo se puede calificar a los católicos que siguen la regla del boicot? De fieles soldados de Jesucristo, de católicos verdaderos, de valientes y dignos ciudadanos amantes de la libertad.

¿Cómo se calificará entonces a los católicos que quebrantan el boicot? De traidores, de cobardes, de católicos de mentirijillas, de borregos que van al matadero sin protestar de indignos de los pantalones si los llevan, y si llevan faldas, de vanas y locas, corrompidas e indignas de confianza para formar un hogar noble y santo.

¿Tendrá resultado el boicot? Sin duda alguna. Si se lleva con rigor y todos a una, será tan rápido. Será lento y desesperante aunque seguro al final, si hay muchos católicos cobardes que no cumplen con su deber. Esa lentitud desoladora, sí es un crimen imputable a los cobardes.

¿Quién nos asegura del éxito? La razón: los hombres cultos de todo el mundo que admiran y aplauden la actitud de los católicos mexicanos, como se puede leer en las revistas y periódicos de todo el universo; y finalmente Dios, que premia los sacrificios que por causa noble que se imponen sus fieles.

¿Es cierto que ya se van cansando los católicos del boicot? Por desgracia es cierto de muchos, pero de otros muchísimos no es verdad, porque son los virtuosos y la virtud está en la constancia.

¿Qué remedio se le ocurre a usted para esto? La propaganda por la palabra, del ejemplo y del escrito. Muéstrese frivolidad y disgusto a los amigos que faltan a su deber. Anímese a los afligidos y perjudicados. Háblese siempre en contra de los villanos y cobardes.

 

la inundación del mal

Estamos pasando por una época de inundaciones. Cada día al dejar la cama, recibimos al noticia de una nueva inundación. Los ríos crecen y se desbordan; la presa rompe sus diques y lanzan a través de los campos torrentes de agua que arrastran todo: hombres, animales y cosas; las nubes arrojan sobre la tierra verdaderos diluvios. Ya ni siquiera contamos las inundaciones. Nos contentamos con lamentarlas, esperando las que están por venir.

Y en nuestro desventurado país no solamente se registran inundaciones de agua. Sufre la República entera inundaciones de todos géneros, sobre todo en el peligroso terreno de las pasiones. Han roto éstas sus diques y corren con velocidad vertiginosa, poniendo zozobra en los espíritus y desconcierto en los corazones. ¡La atmosfera que respiramos es una atmosfera de inundación, de calamidad, de castigo!

El error también nos inunda. Desde que se asentara con rasgos trágicos y desconsoladores, el conflicto religioso, el error, ha roto sus cadenas para la inundar a los espíritus sencillos. Lo encontramos a cada paso, lo mismo en la calle que en la casa, en la tribuna parlamentaria y en la Secretaría de Estado, en el hogar y en la oficina, en el salón de espectáculos y paseo campesino.

Ya no preocupa el error disfrazarse con el ropaje augusto de la verdad. Se presenta a nuestros ojos descaradamente, sin cuidarse de las apariencias. No busca, como antaño, la sutileza de un sofisma preparado con habilidad, para colocarse a hurtadillas en las conciencias de los ingeniosos o de los incultos. Aparece tal como es. Tosco y vulgar se lanzo francamente al asalto de los corazones. Cuenta –por desgracia- con el apoyo de la fuerza. Las publicaciones sectarias plagas de errores, se multiplican. Los folletos llenos de calumnias circulan profusamente, impresos en los talleres tipográficos del Gobierno. La campaña del mal es tremenda. Sus resultados han de ser incalculablemente perniciosos si los católicos no luchan con firmeza contra esa campaña furibunda de bajas calumnias y groseros errores.

Todas las viejas armas del sectarismo han sido puestas en manos de: escritores mercenarios, la de san Bartolomé, la Inquisición, el feudalismo, la Tregua de Dios, tantos otros temas históricos que desde hace siglos están siendo explotados por los enemigos de la Iglesia, son los argumentos que hoy se emplean para arrancar al pueblo mexicano su fe religiosa.

Nuestro periódico no puede permanecer inactivo frente a la inundación del error. En lo de adelante procuraremos combatir con argumentos científicamente aceptables, las mentiras del sectarismo sin freno. Pero nuestra labor debe secundada por todos los católicos, que a Dios gracias, han bebido en las fuentes de la verdad. Los medios de que disponemos para emprender la lucha son de alcance reducido. Estamos maniatados, amordazados, reducidos casi a la impotencia, y el mal y el error son poderosos porque cuentan con el apoyo decidido de la fuerza.

Sin embargo todavía no se arrebataba la palabra. Usémosla, pues, constantemente, para llevar a nuestros hermanos menos instruidos la verdadera luz.

 

Aprended flores de mí

Así como exaltamos nuestros triunfos, la lealtad nos pide que confesemos nuestra derrota, que por lo demás no son sino peripecias de todo combate, hasta que llegue el triunfo final.

¡Quien lo había de decir! Puebla la mil veces heroica, la de los once sitios, la Roma de México, hoy, causa pena decirlo, no ha correspondido su fama. ¡Ha hecho traición!

Parece que la feria de Puebla ha dado resultados comerciales en tiempo de boicot, y lo que es más lamentable que las diversiones con ese motivo han sido muy concurridas.

¿Qué pasa en Puebla? Ya hace tiempo que se viene notando allá ese cambio, y creemos que se explica, considerando lo que pasa en el orden social. La mayoría de las familias decentes, y nobles, de tradiciones antiguas y bien arraigadas, que dieron tantos días de gloria a la religión y a la cultura mexicana, han emigrado de Puebla a otras ciudades de la República, dejando poco a poco el paso libre a personas extrañas que han transformado a la antigua Puebla de los Ángeles.

El resultado es que Puebla ahora sí perdió.

Lo sentimos por los genuinos poblanos que quedan allá y que ahora lloran de rabia y de vergüenza.

Aprended flores de mí / Lo que va de ayer a hoy: / Ayer maravilla fui / hoy sombra de mí no soy.

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